La
UICN ha presentado su
Lista Roja de Especies Amenazadas 2006. Los grandes animales marinos son lamentablemente unos de los
principales protagonistas de la edición de este año.
Muy pocos dudan ya de que nuestra época contempla la
mayor extinción de especies vivientes desde la era de los dinosaurios. Si bien en general siempre se había pensado que las especies marinas serían mucho más resistentes a la extinción por parte de la depredación humana que las especies terrestres -por el hecho de habitar hábitats muy extensos y poco accesibles por el hombre- el saqueo continuado y el desprecio por las generaciones futuras ha llegado a tal extremo que hoy en día asistimos a una disminución acelerada de las poblaciones de grandes animales marinos.
Los tiburones y las rayas, por ejemplo, son uno de los grupos marinos que más están acusando la persecución y la degradación de su hábitat, y ya se considera que el 20% de sus especies se encuentran amenazadas de extinción. Estos datos confirman las sospechas que los miembros del grupo de los condrictios, en su mayoría de crecimiento lento, son sumamente susceptibles a la sobrepesca y están disminuyendo a un ritmo sin precedentes en todo el mundo.
La apremiante situación del angelote (
Squatina squatina) y de la raya común o noriega (
Dipturus batis), antaño corrientes en los mercados europeos ilustra dramáticamente el rápido deterioro reciente de muchos tiburones y rayas. Prácticamente ya no se encuentran entre las capturas de los pescadores. El angelote ha pasado de ser clasificado como
Vulnerable a serlo como
En pelígro crítico;
aquí puede verse que significan estas clasificaciones de la Lista Roja. Este extraño tiburón habitante del fondo está prácticamente extinto en el Atlántico norte y es escasísimo en el Mediterráneo; sufre gravemente a causa de la intensificación de las pesquerías demersales que azotan su hábitat costero natural.
La noriega ha pasado de ser la raya más abundante en el Atlántico nororiental y el Mediterráneo a estar clasificada como En peligro crítico en la Lista Roja de 2006. Su tamaño relativamente grande, su baja fecundidad, su hábitat bentónico y su movilidad limitada la han convertido en víctima preferente de la pesca de arrastre.
Anteriormente, las rayas y tiburones se trataban como capturas accidentales y eran descartados en la misma embarcación, pero actualmente a causa de la disminución de la pesca en general se aprovechan tanto su carne como sus aletas, aunque ello no ha llevado a los gobiernos a regular su pesca.
A medida que las pesquerías agotan los caladeros tradicionales, van avanzando en aguas cada vez más profundas, lo cual ha afectado gravemente al quelvacho (Centrophorus granulosus), un tiburón mediano de profundidad, cuyo estado de conservación ha sido clasificado ahora como Vulnerable, habiéndose reducido algunas poblaciones locales hasta el 95%. Esta presión pesquera, a causa de su carne y de su hígado rico en aceites, está muy por encima de su capacidad reproductora y de una pesca sostenible. En ausencia de límites internacionales a sus capturas, sus poblaciones están destinadas a seguir declinando.
Otro pez de gran tamaño que ha despertado grave preocupación sobre su futuro es el napoleón (Cheilinus undulatus), un coloso de los arrecifes de coral muy apreciado por los submarinistas debido a su impresionante aspecto. Ha pasado de ser considerado Vulnerable, a En peligro. Este pez es muy solicitado en los restaurantres asiáticos que ofrecen pescado vivo para comer.
Un caso aún más grave es el de Bahaba taipingensis otro gran pez que se encontraba en gran número en los estuarios del sur de China y que actualmente se encuentra en estado crítico, al borde de la extinción, víctima también del exceso de pesca.
Algo parecido sucede con el mero gigante (Epinephelus itajara), que supera los dos metros de longitud y es un notable habitante de las aguas tropicales del atlántico y el pacífico oriental. Sin embargo, dado que se tomaron medidas para su protección a principios de los años 90, se advierten signos esperanzadores de su recuperación, particularmente un aumento de juveniles en los manglares, que actuan como refugio durante los seis primeros años de vida del pez.
La manta Mobula mobular también es muy vulnerable a la sobrepesca, es prácticamente endémica del Mediterráneo y da a luz a una sola cría. Su distribución restringida y su limitada capacidad reproductiva hacen que su población se recupere muy lentamente. Aunque no existe una pesquería específicamente dirigida a ella, es víctima de las capturas accidentales en redes de deriva, artres de cerco, arrastres y almadrabas. A pesar de estar protegida por la Convención de Barcelona, esta especie es cada vez más rara en el Mediterráneo y ahora se le considera En peligro.
Además de estos grandes peces, y del caso de los cetáceos, no podemos dejar de mencionar la delicada situación de muchas aves marinas, también en rápido declive. Noventa y siete de sus especies se encuentran en peligro, incluidas 19 de las 21 especies de albatros que existen en el mundo. Uno de los principales riesgos que afrontan es de los palangres pelágicos. A los pescadores no les reporta ningún beneficio que los albatros caigan en sus anzuelos, más bien una molestia, pero el caso es que estas magníficas aves, clásicas compañeras de los marinos en sus singladuras por los mares del sur, podrían desparecer en breve plazo por su causa.
Albatros viajero prendido en un anzuelo de palangre pelágico (Birdlife)
La delicada situación de tantos animales marinos de gran tamaño es un síntoma muy preocupante de la mala salud global de nuestros océanos.