Pelagia

Mares y seres marinos

...una gota en el ciberocéano

31.5.06

Sigue aumentando la cuenta de los boquianchos

Ya son 36 los tiburones boquianchos de que se tiene noticia. En los últimos meses han aparecido dos más en aguas del Pacífico occidental.
Al amanecer del 12 de marzo, el número 35 cayó en la red de un pescador filipino de Cagayán de Oro, en la isla de Mindanao. Se trataba de una hembra de 226 cm que murió antes de poder ser liberada. Con éste, ya son cuatro los boquianchos que han aparecido en la bahía de Macajalar.
Boquiancho 35. Foto Edward B. Yasay

El tiburón boquiancho número 36 apareció el 2 de mayo en un red costera fija en la bahía de Sagami, en la prefectura de Kanagawa de Japón. Se trataba de otra hembra de 570 cm. Allí se le pudo filmar aún con vida, aunque finalmente no sobrevivió. Este ejemplar se exhibirá cerca de donde se halló, en el parque marino Keikyu Aburatsubo, en cuya página web se encuentra la única foto del número 36 que he podido localizar. Es una lástima no saber japonés para poder entender lo que pone. Si algún lector puede traducir se agradecerá su contribución.
Boquiancho 36 aún con vida. Foto Keikyu Aburatsubo marine park

29.5.06

Premio al ingenio en las artes selectivas


Este mes se han fallado los premios SmartGear 2006 en reconocimiento a los ganadores del Concurso Internacional de Artes Pesqueras Selectivas.
Este es el segundo año que se celebra este certamen convocado por el WWF con el fin de encontrar ideas para poder disponer de equipos y tecnologías pesqueras que reduzcan la muerte accidental de especies que no sean objetivo de la pesquería, como tortugas marinas, cetáceos, aves y otras capturas colaterales.

La pesca accidental es uno de los problemas más graves que afectan a la conservación de los ecosistemas y organismos marinos. En términos generales, no menos del 25% de la pesca mundial está constituido por descartes, es decir capturas que se devuelven muertas o moribundas al mar, tal como se cobra el arte y sin que produzcan ningún provecho. El desarrollo de artes de pesca selectivas adquiere, por tanto, gran importancia tanto para la conservación de los océanos como para favorecer una pesca racional.












Derecha: Descartes en una pesquería de camarón
Abajo: Tiburón capturado en un palangre pelágico. Foto FLMNH




El ganador de este año ha sido Michael M. Herrmann, un inventor estadounidense que ha presentado un sistema para evitar la captura de tiburones en palangres pelágicos. El dispositivo consiste en un imán que se monta por encima del anzuelo y tiene el efecto de evitar que los tiburones caigan en él. Los tiburones disponen de órganos electrorreceptores en la cabeza, los cuales les permiten detectar los impulsos eléctricos que producen sus presas y, probablemente, orientarse gracias al campo magnético terrestre. Al parecer, un fuerte campo magnético local, como el producido por el imán, provoca que los tiburones se alejen. Sin embargo las especies objetivo del palangre pelágico, como atunes y peces espada no resultan afectadas por el dispositivo. El resultado es doblemente satisfactorio, ya que no sólo se evita perjudicar a especies cuya pesca no se pretende, sino que el aparejo se aprovecha mejor al aumentar su selectividad.
Uno de los finalistas, llamado Chris Carey, ha ideado por su parte un cabo dotado de largos flecos que se dispone a lo largo de los cables que remolcan la red en los barcos de arrastre. Ello impide que muchas de las aves que siguen al pesquero y suelen posarse en el mar a popa del barco, precisamente para aprovecharse de los descartes que son arrojados al agua, sean atrapadas por la boca de la red y perezcan ahogadas.

12.5.06

La gran extinción llega a los mares

La UICN ha presentado su Lista Roja de Especies Amenazadas 2006. Los grandes animales marinos son lamentablemente unos de los principales protagonistas de la edición de este año.
Muy pocos dudan ya de que nuestra época contempla la mayor extinción de especies vivientes desde la era de los dinosaurios. Si bien en general siempre se había pensado que las especies marinas serían mucho más resistentes a la extinción por parte de la depredación humana que las especies terrestres -por el hecho de habitar hábitats muy extensos y poco accesibles por el hombre- el saqueo continuado y el desprecio por las generaciones futuras ha llegado a tal extremo que hoy en día asistimos a una disminución acelerada de las poblaciones de grandes animales marinos.
Napoleón (Cheilinus undulatus) Dagmar + Wolfgang Fritz

Los tiburones y las rayas, por ejemplo, son uno de los grupos marinos que más están acusando la persecución y la degradación de su hábitat, y ya se considera que el 20% de sus especies se encuentran amenazadas de extinción. Estos datos confirman las sospechas que los miembros del grupo de los condrictios, en su mayoría de crecimiento lento, son sumamente susceptibles a la sobrepesca y están disminuyendo a un ritmo sin precedentes en todo el mundo.

Angelote (Squatina squatina) Foto Hernández-González, C.L.

La apremiante situación del angelote (Squatina squatina) y de la raya común o noriega (Dipturus batis), antaño corrientes en los mercados europeos ilustra dramáticamente el rápido deterioro reciente de muchos tiburones y rayas. Prácticamente ya no se encuentran entre las capturas de los pescadores. El angelote ha pasado de ser clasificado como Vulnerable a serlo como En pelígro crítico; aquí puede verse que significan estas clasificaciones de la Lista Roja. Este extraño tiburón habitante del fondo está prácticamente extinto en el Atlántico norte y es escasísimo en el Mediterráneo; sufre gravemente a causa de la intensificación de las pesquerías demersales que azotan su hábitat costero natural.
Noriega (Dipturus batis) Jon Davies/JNCC (MarLIN Web site)

La noriega ha pasado de ser la raya más abundante en el Atlántico nororiental y el Mediterráneo a estar clasificada como En peligro crítico en la Lista Roja de 2006. Su tamaño relativamente grande, su baja fecundidad, su hábitat bentónico y su movilidad limitada la han convertido en víctima preferente de la pesca de arrastre.
Anteriormente, las rayas y tiburones se trataban como capturas accidentales y eran descartados en la misma embarcación, pero actualmente a causa de la disminución de la pesca en general se aprovechan tanto su carne como sus aletas, aunque ello no ha llevado a los gobiernos a regular su pesca.
A medida que las pesquerías agotan los caladeros tradicionales, van avanzando en aguas cada vez más profundas, lo cual ha afectado gravemente al quelvacho (Centrophorus granulosus), un tiburón mediano de profundidad, cuyo estado de conservación ha sido clasificado ahora como Vulnerable, habiéndose reducido algunas poblaciones locales hasta el 95%. Esta presión pesquera, a causa de su carne y de su hígado rico en aceites, está muy por encima de su capacidad reproductora y de una pesca sostenible. En ausencia de límites internacionales a sus capturas, sus poblaciones están destinadas a seguir declinando.
Otro pez de gran tamaño que ha despertado grave preocupación sobre su futuro es el napoleón (Cheilinus undulatus), un coloso de los arrecifes de coral muy apreciado por los submarinistas debido a su impresionante aspecto. Ha pasado de ser considerado Vulnerable, a En peligro. Este pez es muy solicitado en los restaurantres asiáticos que ofrecen pescado vivo para comer.
Un caso aún más grave es el de Bahaba taipingensis otro gran pez que se encontraba en gran número en los estuarios del sur de China y que actualmente se encuentra en estado crítico, al borde de la extinción, víctima también del exceso de pesca.
Mero gigante (Epinephelus itajara) Bertoncini, A.A.

Algo parecido sucede con el mero gigante (Epinephelus itajara), que supera los dos metros de longitud y es un notable habitante de las aguas tropicales del atlántico y el pacífico oriental. Sin embargo, dado que se tomaron medidas para su protección a principios de los años 90, se advierten signos esperanzadores de su recuperación, particularmente un aumento de juveniles en los manglares, que actuan como refugio durante los seis primeros años de vida del pez.
Mobula mobular Fotos

La manta Mobula mobular también es muy vulnerable a la sobrepesca, es prácticamente endémica del Mediterráneo y da a luz a una sola cría. Su distribución restringida y su limitada capacidad reproductiva hacen que su población se recupere muy lentamente. Aunque no existe una pesquería específicamente dirigida a ella, es víctima de las capturas accidentales en redes de deriva, artres de cerco, arrastres y almadrabas. A pesar de estar protegida por la Convención de Barcelona, esta especie es cada vez más rara en el Mediterráneo y ahora se le considera En peligro.
Además de estos grandes peces, y del caso de los cetáceos, no podemos dejar de mencionar la delicada situación de muchas aves marinas, también en rápido declive. Noventa y siete de sus especies se encuentran en peligro, incluidas 19 de las 21 especies de albatros que existen en el mundo. Uno de los principales riesgos que afrontan es de los palangres pelágicos. A los pescadores no les reporta ningún beneficio que los albatros caigan en sus anzuelos, más bien una molestia, pero el caso es que estas magníficas aves, clásicas compañeras de los marinos en sus singladuras por los mares del sur, podrían desparecer en breve plazo por su causa.
Albatros viajero prendido en un anzuelo de palangre pelágico (Birdlife)

La delicada situación de tantos animales marinos de gran tamaño es un síntoma muy preocupante de la mala salud global de nuestros océanos.

2.4.06

Galatea yeti, un crustáceo hirsuto

Kiwa hirsuta en vivo (Woods Hole Oceanographic Institution)

Cada año se describen centenares de nuevas especies marinas sin que ello despierte demasiado interés, salvo el de algunos especialistas y entusiastas en el mejor de los casos. Sin embargo una de las especies que recientemente se ha dado a conocer ha llamado mucho la atención. Hay quien le ha llamado “cangrejo peludo” (furry crab) o “langosta peluda” (furry lobster), pero sus descubridores prefieren llamarlo “cangrejo yeti” (yeti crab) o “galatea yeti” (galathée yéti), en referencia al abominable hombre de las nieves, que suele representarse cubierto de una larga pelambre.
Ejemplar recolectado y conservado (Ifremer / A. Fifis)

Este crustáceo fue descubierto en una surgencia hidrotermal a 2300m de profundidad, mil kilómetros al sur de la isla de Pascua, durante la expedición Easter Microplate (expedición a la microplaca de Pascua) en marzo y abril de 2005. La expedición estaba organizada por el MBARI (Monterey Bay Aquarium Research Institute) y contaba con la participación de cientificos de la institución francesa IFREMER (Institut français de recherche pour l'exploitation de la mer). Se pretendía explorar la posible existencia de barreras biogeográficas entre los organismos habitantes de fuentes hidrotermales en distintos puntos del fondo del Pacífico. Los trabajos se hicieron a bordo del buque oceanográfico Atlantis de la Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI), el cual es la nave nodriza del famoso submarino Alvin.
El Atlantis y el Alvin

Distribución conocida de Kiwa hirsuta

El nuevo cangrejo fue avistado en una de las inmersiones y capturado mediante la manga de succión (“slurp gun”) del Alvin el 22 de marzo de 2005. Lo que más llamó la atención de los recolectores fue que tenía las patas recubiertas de abundante pilosidad. Muchos crustáceos muestran mayor o menor número de pelos (técnicamente llamados setas) en los apéndices, pero lo especial de este caso era la cantidad y longitud de los mismos. En inmersiones sucesivas del Alvin se pudieron observar más ejemplares de la misma especie y filmar algunos de ellos en su hábitat.
Una galatea yeti en su hábitat (Woods Hole Oceanographic Institution)

Ya de vuelta, los biólogos Michel Segonzac, de IFREMER, y William Jones, de MBARI, se pusieron en contacto con Enrique Macpherson, investigador español del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) para identificar el raro espécimen. Pronto quedó claro que se trataba de una especie desconocida para la cual había que crear un nuevo género, para éste se adoptó el nombre Kiwa, que correspondería a la diosa de los mariscos en la mitología polinesia (aunque otros discuten el sexo y las atribuciones de la divinidad); la especie ha recibido el nombre de Kiwa hirsuta, en referencia a su característica más llamativa. Aquí puede leerse [pdf] su descripción, publicada en la revista Zoosystema por los tres autores mencionados.
El cangrejo peludo ha resultado estar emparentado con los sastres o galateas, unos crustáceos bastante conocidos, aunque es lo suficientemente distinto como para, además de merecer un género propio, haber sido clasificado también en una nueva familia creada expresamente para él, la familia Kiwaidae. En todo caso parece apropiado darle el nombre común de galatea en castellano, mejor que cangrejo o langosta.
Se trata de un animal de unos 15 cm de longitud, con los ojos reducidos a un resto membranoso sin pigmento y por lo tanto carente de visión, cosa que no sorprende en un organismo que habita un mundo sin luz. Adheridas a las setas (pelos) de las patas crecen numerosas colonias de bacterias filamentosas oxidantes del azufre, típicas de las fuentes hidrotermales. A partir de observaciones realizadas in situ desde el Alvin y de sus características anatómicas, se le considera un carnívoro carroñero generalista, como la mayoría de sus parientes, aunque probablemente estas bacterias forman parte de su alimentación como complemento nutritivo.
Si bien se trata de un animal ciertamente curioso, no constituye precisamente el descubrimento del siglo y probablemente entre las especies recientemente descubiertas podríamos encontrar algún organismo igualmente interesante. Tanto es así, que cuando el hallazgo fue notificado en forma de “comunicado breve” a las revistas Science y Nature, ambas rechazaron publicarlo por falta de interés. Pero lo que a unos deja indiferente, puede llamar la atención de otros y así ha ocurrido en este caso, para sorpresa del mismo Michel Segonzac, descubridor de la especie.
Michel Segonzac sostiene un ejemplar

La noticia rechazada por las revistas especializadas encontró acomodo en la prensa generalista y a partir de ahí en los noticiarios de medio mundo y por supuesto en internet. La red ha sabido sacarle bastante jugo al evento y así nos hemos encontrado con variados enfoques del asunto que van de lo filosófico a lo cómico [video] y a lo decorativo.
La bola empezó a rodar el 24 de febrero con un artículo en la revista de divulgación Le Marin que incluía una foto de la galatea. La semana siguiente apareció una nota breve en Le Figaro y se dio la noticia en varias cadenas de televisión francesas. Al día siguiente la BBC se hizo eco de la noticia y poco después National Geographic y Discovery Channel solicitaban imágenes del famoso cangrejo peludo. La noticia siguió propagándose por el papel, las ondas y la red, y el día 12 de marzo ya había un artículo en la Wikipedia. Un día después, incluso Nature decidió hacerse eco por fin del hallazgo.
Todo esto lo relata el propio Segonzac en un memorándum [descargar] que comenta entre asombrado y divertido cómo sus colegas biólogos estadounidenses no entienden qué ha pasado ya que nunca consiguen que los medios de su país recojan sus descubrimientos de especies nuevas.

17.3.06

Elefantes marinos investigan en las corrientes termohalinas

Listo para investigar

Hace tiempo que se sabe que existe un extenso sistema de corrientes marinas, una potente circulación tridimensional de masas de agua que recorre todos los océanos. Ese desplazamiento del agua marina a lo largo del globo es determinante en la formación del clima de la Tierra y en la diferente productividad y riqueza biológica de distintas zonas del océano. Uno de los factores que más influye en la formación de estas corrientes –además de la rotación de la Tierra y del viento- es la diferencia de densidad entre aguas de distintas procedencias. Estas diferencias en la densidad son producto de las variaciones de temperatura y salinidad. El agua fría es más densa que el agua caliente, de la misma forma que cuanta más sal contiene el agua mayor es su densidad. La circulación resultante de los movimientos de estas masas de agua de diferente densidad se denomina circulación termohalina, ya que los factores que la determinan son la temperatura y la salinidad. La circulación termohalina implica a toda el agua de los océanos en un patrón de movimiento a gran escala, tanto en superficie como en profundidad.

La cinta transportadora oceánica

El resultado es un gigantesco sistema de distribución de energía en forma de calor a lo largo del planeta que ha recibido el nombre de “cinta transportadora oceánica”. El movimiento de esta cinta transportadora podría decirse que arranca en algunas regiones concretas donde el agua de mar alcanza su mayor densidad: tales regiones se sitúan en las zonas polares, donde el agua sufre un gran enfriamiento. Este enfriamiento viene acompañado de un aumento de la salinidad, ya que la fracción de agua que se congela no conserva las sales disueltas, las cuales quedan concentradas en la fracción líquida aumentando así su densidad. El resultado es que el agua que no llega a congelarse tiene tendencia a hundirse por ser más densa. Ello da lugar a la formación de la llamada “agua profunda”, que tras descender se extiende a lo largo y ancho de los fondos oceánicos. Esta agua profunda emerge en ciertas regiones forzada por la topografía del fondo o para ocupar el lugar que dejan libre las aguas superficiales más cálidas impulsadas por la rotación terrestre y por la acción de los vientos dominantes, dando lugar a los conocidos afloramientos, regiones marinas de gran abundancia y riqueza biológica. Las masas de agua cálida, por su parte, se dirigen hacia los polos circulando en superficie. Allí sufrirán un enfriamiento y se hundirán formando agua profunda, cerrando así a grandes rasgos el círculo de la cinta transportadora.

Formación de agua profunda

El agua profunda antártica en al Atlántico [AABW: Antarctic Bottom Water; NADW: North Atlantic Deep Water]
Ilustraciones tomadas de Historia del Clima

El estudio de las masas de agua y sus desplazamientos es comparable al estudio de la circulación atmosférica: ambos son sistemas no lineales que determinan el clima y por tanto cualquier descripción o predicción referida a ellos requiere disponer de una ingente cantidad de datos físicos. Para conocer la magnitud, el trayecto y la velocidad de las corrientes se llevan a cabo muestreos desde buques oceanográficos que permiten disponer de abundantes datos referidos a la temperatura, la salinidad, la profundidad y la posición geográfica de las muestras. Estos datos se obtienen mediante sensores CTD que se calan desde la cubierta del buque. CTD son las iniciales de Conductivity (la conductividad es una medida de la salinidad), Temperature y Depth (profundidad). Tales trabajos han permitido conocer los principales movimientos de agua a gran escala, aunque al precio de tener que emprender grandes y costosas campañas de exploración a bordo de buques oceanográficos capaces de obtener miles de muestras en cada travesía.
Esta forma de muestrear, sin embargo, no permite entrar en los detalles de la estructura fina de las masas de agua a escalas más pequeñas, ni tampoco llegar a determinados lugares por dificultades prácticas o logísticas.
Un grupo de investigadores antárticos ha encontrado una ingeniosa manera de abordar estas cuestiones: utilizar como muestreadores a los propios animales que habitan el ecosistema. Esta idea se ha traducido en el programa SEaOS (Southern Elephant Seals as Oceanographic Samplers). El programa consiste en dotar a ejemplares de elefante marino meridional de sensores CTD conectados a un radiotransmisor.
El elefante marino antártico (Mirounga leonina) es un pinnípedo de gran tamaño que presenta una amplia distribución en torno a la Antártida. Estos mamíferos pasan la mayor parte de su vida en el mar, ya que sólo acuden a tierra durante un par de meses para criar y luego otro mes durante la época en que mudan el pelaje. Sus fuentes de alimento, calamares y peces pelágicos, se encuentran alejadas de las colonias de cría, lo que hace que empredan travesías de hasta 4.000Km en busca de comida. A lo largo de estas extensas travesías, los elefantes marinos pasan casi el 90% del tiempo bajo el agua, combinado con breves ascensos a la superficie para respirar. Pueden permanecer sumergidos hasta una hora y alcanzan fácilmente los 2.000m o más.
Los dispositivos se colocaron a 70 elefantes marinos en total pertenecientes a cuatro colonias de cría distintas distribuidas en torno al continente antártico: en las Georgia del Sur, las Shetland del Sur, isla Macquaire e isla Kerguelen. Los ejemplares marcados registraron abundantes datos oceanográficos durante sus travesías.

Recorrido de los ejemplares marcados partiendo de cuatro colonias de cría

El dispositivo de registro consiste en un pequeño ordenador con sensores CTD, memoria y transmisor, que se adhiere mediante un adhesivo a la piel del animal; al cabo de unos meses se desprende y se pierde. Mientras el animal permanece sumergido, el dispositivo va almacenando los datos de conductividad, temperatura y profundidad en la memoria. Cuando emerge para respirar, los datos se transmiten al satélite ARGOS y los científicos los reciben en tiempo real.
El programa SEaOS ha permitido así caracterizar mejor la formación y la circulación de las masas de agua en el océano austral mediante perfiles detallados de zonas poco conocidas, y al mismo tiempo, ha proporcionado valiosísimos datos sobre la biología de los elefantes marinos, su distribución, su hábitat y su comportamiento.

Perfiles de CTD obtenidos por ocho individuos en su trayecto de Kerguelen a la Antártida

Conocer el funcionamiento de la circulación oceánica en esas regiones donde se forma el agua profunda tiene mucho interés porque permite comprender mejor procesos de intercambio de calor que afectan a todo el planeta.
Hasta ahora había sido muy complicado muestrear al sur de 60°S de latitud, especialmente en invierno. Los datos oceanográficos recogidos por los elefantes marinos cobran así una especial relevancia, ya que corresponden precisamente a las regiones donde más necesaria es la información, por su escasez y porque precisamente allí es donde se desarrollan unos procesos que contribuyen a mantener en movimiento la circulación del agua en los océanos. Uno de los motores de la cinta transportadora oceánica.

22.2.06

Mangles, corales y protección costera

Arrecife coralino. Un rompeolas natural

¿Vale la pena dedicar esfuerzos y recursos a la conservación de la naturaleza? Muchas personas todavía contemplan los esfuerzos conservacionistas con actitudes que van desde un amable escepticismo (ay, estos ecologistas otra vez...) hasta la descalificación virulenta. Incluso aún hoy tenemos que oír cómo a quienes impugnan la urbanización masiva del litoral se les dice que se oponen al desarrollo y al progreso.
Sin embargo los ecosistemas naturales tienen verdadero valor. No sólo valor paisajístico, sentimental, científico..., también valor económico. Valor que contribuye a la riqueza y al bienestar de las personas.

Por muy evidente que sea esto, tal valor raramente se tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones que afectan al medio natural. Por ejemplo, hace pocos años en España se redactó un plan para capturar el tramo final del río Ebro y trasvasarlo centenares de kilómetros hacia el sur arguyendo la peregrina idea de que “el agua se pierde de todas formas en el mar”. Por supuesto, en el proyecto no estaban contabilizados los costes que hubiera tenido la erosión y reducción del delta del río, donde viven y trabajan miles de personas, ni tampoco el más que probable colapso que se hubiera producido en algunas pesquerías del golfo de Valencia. Afortunadamente dicho trasvase nunca se llevó a cabo, aunque para ello fue necesario que el gobierno que lo propuso perdiera las elecciones.
Para que la aportación de la naturaleza al bienestar humano empezara a valorarse en su justa medida, se introdujo el concepto de servicios de los ecosistemas, que permite asignar un valor económico a los beneficios que la sociedad obtiene de ellos.
La Evaluación de Ecosistemas del Milenio, un programa de trabajo de la ONU, ha definido en 2005 cuatro categorías de servicios de los ecosistemas:
(Cita)
Servicios de provisión: productos que se obtienen de los ecosistemas, entre estos están los recursos genéticos, los alimentos y fibras y el agua dulce.

Servicios de regulación: beneficios relacionados con la regulación de los procesos de los ecosistemas, tales como la regulación del clima, del agua y de ciertas enfermedades que afectan al ser humano.

Servicios culturales: beneficios inmateriales que las personas obtienen de los ecosistemas a través del enriquecimiento espiritual, el desarrollo cognitivo, la reflexión, el recreo y las experiencias estéticas entre las que se encuentran los sistemas de conocimiento [populares], las relaciones sociales y los valores estéticos.

Servicios esenciales: servicios de los ecosistemas que son necesarios para la producción de todos los demás servicios de los ecosistemas. Algunos ejemplos son la producción de biomasa, la producción de oxígeno, la formación y retención del suelo, el ciclo de los nutrientes, el ciclo del agua y la provisión de hábitat.
La UICN acaba de publicar un informe que evalúa los servicios proporcionados por dos importantes ecosistemas costeros: los manglares y los arrecifes de coral.
Ambos son ecosistemas tropicales que forman barreras naturales a lo largo de las costas y que por lo tanto las protegen de los embates del mar abierto contribuyendo a disipar la energía del oleaje y las tormentas. Según su estado de conservación y sus características físicas, son capaces de amortiguar del 70 al 90% de la fuerza de las olas.
Manglar en Camboya (Todd Adams)

El tremendo daño causado a las franjas litorales densamente pobladas por las recientes catástrofes naturales del tsunami de 2004 y los huracanes de 2005, así como la perspectiva de que sucesos semejantes se repitan en el futuro han puesto en primer plano el posible papel de protección costera que desempeñarían tanto los manglares como los arrecifes de coral. Por desgracia éstos se encuentran entre los ecosistemas más amenazados de la Tierra, ya que cubren una superficie comparativamente escasa a nivel mundial. El 30% de los arrecifes se encuentra gravemente dañado y el 35% de los manglares ya ha desaparecido.
Reducción de la superficie de manglar en el golfo de Fonseca (Honduras) de 1987 a 1999

El informe, titulado “In the Front Line: Shoreline Protection and other Ecosystem Services from Mangroves and Coral Reefs”, detalla así los servicios proporcionados por estos ecosistemas:

Los arrecifes de coral
Servicios de regulación
-protección de playas y costas frente a oleaje y tormentas
-reducción de la erosión de la playa
-formación de playas e islas

Servicios de provisión
-pesquerías de subsistencia y comerciales
-peces e invertebrados para el comercio de acuarios ornamentales
-productos farmacéuticos
-materiales de construcción
-joyería y otros ornamentos

Servicios culturales
-turismo y recreación
-apreciación estética y espiritual

Servicios esenciales
-reciclado de nutrientes
-refugio de juveniles

Arrecife de coral

Los manglares
Servicios de regulación
-protección de playas y costas frente a oleaje, tormentas e inundaciones
-reducción de la erosión de la playa y del suelo
-estabilización de la tierra por retención de sedimentos
-mantenimiento de la calidad del agua
-regulación del clima

Servicios de provisión
-pesquerías de subsistencia y comerciales
-acuicultura
-miel
-leña
-materiales de construcción
-remedios tradicionales

Servicios culturales
-turismo y recreación
-apreciación estética y espiritual

Servicios esenciales
-reciclado de nutrientes
-refugio de juveniles
Manglar

Todo ello permite afirmar que se trata de unos de los ecosistemas más valiosos en términos de sus beneficios para la humanidad. Teniendo en cuenta los servicios que proporcionan se calcula, siempre según el informe de la UICN, que cada kilómetro cuadrado de arrecife de coral tendría un valor anual de entre 100.000 y 600.000 USD y cada kilómetro cuadrado de manglar de entre 200.000 y 900.000 USD.
Ambos ecosistemas contribuyen de forma significativa a la economía de los países donde se encuentran, gracias a su importancia en el ámbito de las pesquerías y otros usos extractivos, la protección costera y el turismo. Cuando estos ecosistemas dejan de proporcionar plenamente sus servicios ecológicos, se produce un coste social y económico.
Los arrecifes de coral y los manglares demostraron su capacidad de resistencia al resultar relativamente poco dañados en el tsunami de 2004. Ello puso también de manifiesto la importancia de mantenerlos en buen estado y lo vulnerables que son ante nuestras agresiones.
Conservar la naturaleza tiene un coste, pero los beneficios que se obtienen a medio plazo son mucho mayores.

30.1.06

Tiburón boquiancho número 34

Su nombre científico es Megachasma pelagios (un tocayo de pelagia). Este es un pez que mide cinco metros o más, puede pesar una tonelada y se encuentra por casi todo el mundo. El caso es que se encuentra poco. Tan poco que hasta el momento sólo se han identificado 34 de ellos. El último ha aparecido en Bayawan (Filipinas). Quedó atrapado en unas redes y, aunque lo intentaron liberar, murió antes de que lo consiguieran. Centenares de personas se congregaron en el paseo marítimo de la ciudad para contemplar la insólita pesca.

Boquiancho no. 6 (foto: Tom Haight)


El primer tiburón boquiancho reconocido como tal apareció enredado en el ancla flotante de un navío de la armada estadounidense en aguas de Hawai. Eso fue en 1976. El segundo no llegó hasta 1984 en California, el tercero en 1988 en Australia y un cuarto apareció en Japón en 1989. Desde entonces hasta la fecha, contando el último de Bayawan, han sido hallados 30 más. Aquí puede verse una tabla completa y aquí un relato de los hallazgos.

Localización de los hallazgos de Megachasma pelagios (falta el último)


El boquiancho no es precisamente un feroz depredador: sus dientes diminutos, sus aletas blandas y su constitución algo fláccida y poco vigorosa así lo evidencian. Se alimenta de plancton, como otros dos grandes tiburones, el tiburón ballena y el tiburón peregrino, aunque parece ser más pasivo que ellos. Vive en mar abierto flotando ingrávido a profundidades medias gracias al elevado contenido oleoso de su enorme hígado. Se cree que realiza migraciones verticales diarias siguiendo los desplazamientos del plancton. En 1997 se pudo seguir a un ejemplar (el sexto) por telemetría durante dos días, comprobándose que se desplazaba entre los 150m (de día) y los 17m (de noche).
No se ha visto a ninguno comiendo, pero por las observaciones anatómicas se supone que para alimentarse nada con la boca abierta por entre los bancos, por ejemplo, de krill, luego cierra la boca y expulsa el agua por las hendiduras branquiales.
Casi toda la información disponible sobre este enigmático tiburón puede consultarse aquí.








Boquiancho no. 31
(foto:Shih-Chu Yang)


Boquiancho no. 23 (uno pequeño) (foto: Ton&Marjan Lumba lumba)

25.1.06

Peces minúsculos


Una nueva especie de pez descubierta en Sumatra ha sido presentada como el pez más pequeño que se conoce. Aunque no se trate de un animal marino, bien podemos mencionarlo aquí. La especie ha recibido el nombre de Paedocypris progenetica y se trata de un pez ciprínido que vive en zonas cenagosas de la selva en aguas particularmente ácidas. El menor de los ejemplares adultos recolectados es una hembra de sólo 7,9mm de longitud. Los machos presentan unas aletas pélvicas muy modificadas con la musculatura hipertorfiada, como para sujetar, lo que podría indicar que practican un modo de reproducción peculiar.

De todos modos tendrá que disputarse su título con otro "pez más pequeño del mundo", éste sí marino, descubierto en 2004. Se trata de Schindleria brevipinguis, un habitante de la Gran Barrera de Arrecifes australiana. En esta especie los machos tienen una longitud media de 7,7mm y las hembras de 8,4mm, con un peso de 1mg. Su vida dura unos dos meses y los adultos presentan varios caracteres neoténicos, es decir propios de estadios juveniles, como la falta de dientes, de escamas y de pigmento excepto en los ojos. Algo parecido sucede con Paedocypris -cuyo nombre vendría a significar "carpa infantil"-.
Hasta 2004 "el pez más pequeño del mundo" era un gobio indopacífico llamado Trimmatom nanus de entre 8 y 10mm, habitante de paredes rocosas.

Schindleria brevipinguis











16.1.06

Sorpresa: abundantes celacantos en Tanzania

Hasta hace tres años el celacanto era desconocido en Tanzania. El primer ejemplar de que se tiene noticia cayó en las redes de unos pescadores de la isla de Songa Mnara en septiembre de 2003. Apenas un año después, en agosto de 2004, se confirmaba su presencia en aguas tanzanas con la captura de otros dos ejemplares en la región de Tanga. Desde entonces, al menos otros veinte celacantos (!) han caído en las redes de pesca en las costas de aquel país. Si tenemos en cuenta que hasta el momento sólo se tenían registradas 200 capturas de esta especie en todo el mundo, veremos la importancia de la cifra. Latimeria chalumnae

Hay que reconocer que el celacanto es un pez con carisma. Desde su descubrimiento no ha dejado de despertar interés y de llamar la atención. No en vano pertenece a una estirpe diferente a la de la mayoría de los peces óseos, como lo prueba su peculiar anatomía. Esa estirpe entronca con la bifurcación evolutiva que dio lugar a los vertebrados tetrápodos, capaces de caminar en tierra firme, entre los cuales nos encontramos. El celacanto que conocemos no camina en tierra firme, sino que nada libremente, pero posee dos pares de aletas que realmente semejan pequeñas patas (véase la foto). Esta peculiaridad ha dado nombre al grupo zoológico al pertenece: Sarcopterigios, que quiere decir "aletas carnosas".
Los Sarcopterigios se estudiaban desde el siglo XIX gracias a las formas fósiles, aunque se consideraban extintos, ya que no se conocía ninguna especie viviente. De ahí que cuando en 1938 se halló por primera vez un celacanto en aguas surafricanas causó sensación en el mundo zoológico -algo parecido a lo que pasaría si se encontrara un trilobites vivo deambulando por ahí. Recibió el nombre científico de Latimeria chalumnae y se ganó el apelativo de "fósil viviente". El segundo ejemplar tardó aún otros 14 años en aparecer. Lo hizo en las islas Comores. En realidad, aunque la ciencia lo ignoraba, ese pez era un viejo conocido para los pescadores locales, que lo capturaban de vez en cuando con sus aparejos. No se trata precisamente de un animal pequeño. Los de tamaño corriente miden 1,60m y pesan unos 70kg.
En las décadas siguientes fueron apareciendo más ejemplares en las Comores, se vio que en ese archipiélago se encontraba el principal centro de población y se empezó a conocer la biología de la especie.
Al parecer tienen un metabolismo muy lento y son bastante letárgicos. Viven donde la costa es rocosa y escarpada. Pasan el día en cuevas volcánicas sumergidas, a entre 100m y 300m de profundidad. Se han visto hasta 14 ejemplares en la misma cueva. De noche se alimentan de peces y calamares que buscan derivando pasivamente sobre el fondo con ligeros movimientos de las aletas. Vuelven a la cueva más próxima antes del amanecer. Se piensa que pueden vivir más de 80 años.
Una nueva noticia sensacional llegó en 1997, cuando se descubrió un celacanto en un mercado local en la isla de Célebes, Indonesia a 10,000 km de las Comores. Pronto apareció un segundo ejemplar. Resultaron pertenecer a una especie distinta, que se llamó Latimeria menadoensis. La "leyenda" del celacanto seguía creciendo.
Latimeria menadoensis (foto: Mark Erdmann)

No menos sorpresa ha provocado la abrupta aparición del venerable pez en Tanzania en número tan elevado. La satisfacción por haber dado con una nueva población (de L. chalumnae en este caso), se mezcla con la preocupación por su futuro al ritmo que se está destruyendo. Curiosamente los celacantos aparecen en redes dispuestas a poca profundidad para pescar tiburones. Los conservacionistas tanzanos creen que todo ello tiene que ver con la reciente aparición de arrastreros de fondo en la zona y han reclamado medidas al gobierno.

10.1.06

Invasión de medusas gigantes

Esta interesante foto ha aparecido publicada en Pharyngula. Se trata de un buceador marcando a una medusa gigante en el mar de Japón. La marca lleva un sensor que transmitirá vía satélite datos de profundidad y temperatura.
La medusa pertenece a la especie Stomolophus nomurai, que puede alcanzar 2m de diámetro y hasta 200kg de peso. Un coloso entre los cnidarios ciertamente espectacular.
Los japoneses llaman a esta medusa "echizen kurage", nombre que últimamente ha dado bastante que hablar en aquel país. Su presencia en grandes cantidades está causando graves problemas a la industria pesquera, pues se enmallan en las redes, estropean las capturas e impiden la pesca, hasta el punto de que el norte de Honshu se han suspendido las pesquerías en plena temporada del salmón. Un problema no menor es que la picadura de esta medusa puede llegar a causar la muerte.
Este animal no era un desconocido en la zona, y ya había aumentado mucho su presencia a partir de 2002, pero este año ha aparecido mucho antes de lo habitual y en cantidades exorbitantes, de forma que si antes su presencia se limitaba a las costas del mar de Japón -el mar interior que separa el archipiélago japonés del continente asiático- ahora ya han llegado a las costas orientales del país, en el océano Pacífico.
Una de las varias causas de este aumento en la población de medusas podría ser la sobrepesca. Los peces planctívoros son competidores de las medusas adultas y depredadores de sus larvas. La desaparición de los peces, por lo tanto, favorece claramente la proliferación de medusas. Se cree que el aumento de las temperaturas también puede haber influido, aunque este aspecto se desconoce en gran parte.
En Japón algunos ya saben que hacer con ellas: comérselas. Una industria las prepara secas y saladas.